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27.7.04
Volvamos con los pendientes
Acabo de llegar a casa. Hoy era el cumpleaños de un amigo y ha decidido que fuésemos por la zona de Aribau y alrededores. Pero yo no he llegado a entrar a ninguna parte. Hace unos minutos que estoy en casa, y me siento bien, muy bien. Cuándo estábamos a punto de entrar en la discoteca Nick Havanna, el portero me ha dicho que no se me permitía la entrada porque llevaba dos pendientes y que a su jefe no le gustaba eso. Si quería entrar, me los tenía que sacar. Hace unos meses, en otro cumpleaños de una amiga, me los saqué pero me sentí tan sucio que no estuve a gusto. Y hoy no he cedido al chantaje. No tengo porque cambiar nada mi manera de hacer y decorar mi cuerpo para entrar en ninguna parte. A la mierda Nick Havanna y todos los Tunnels, ya hace mucho que no quería ir y cada vez me dan más razones para hacerlo. Si un lugar no me quiere, es que no merecen que entre. Es totalmente ilógico, un local tendría que estar agradecido que la gente lo hubiera escogido en vez de hacer que la gente se sienta traicionada a si mismo por entrar. Pero es que si me dijeses que la discoteca vale la pena, pues todavía, pero es que es la mierda de Nick Havanna, que vale 12 euros, mete una música de mierda y no vale nada. Así que, mientras bajaba por la Rambla Catalunya hacía el Raval, dónde he hecho unas birras con un colega en medio de una fiesta gratis en la calle, me he sentido bien conmigo mismo, orgulloso. Quizás soy un iluso, pero que coño, soy mejor que ellos. A la mierda estos lugares discriminadores.
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El qué?
Domingo fui a la playa y al volver me di cuenta de que me había entrado agua en la oreja y que me molestaba. He intentado sacarla de todas formas pero no he podido y lo único que he conseguido ha sido que haya perdido gran parte de la audición de un oído y parte de la otra. siento pero distorsionado. En un principio es una situación mucho incómoda, ahora que ya han pasado las horas me he medio acostumbrado. La verdad es que perder un sentido de este modo te permite algunas posibilidades que son bastante curiosas. Ayer iba con la bici, por la noche, y aquella sensación de silencio absoluto mientras iba solo por las calles con el fresco de las noches de verano fue impagable. Claro que también tiene inconvenientes. Me oigo a mí mismo cuando hablo pero no escucho bien aquello que me dicen y es divertido cuando como algo porque si es crujiente parece que todo la cabeza fuese una maraca. Pero bueno, espero que mañana ya se me haya pasado porque no es demasiado cómodo. Aunque los momentos en que se te destapa también te da una sensación de alivio que vale la pena no haber oído durante un rato.
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Hay días que no
Hay días en que te arrepientes de no haber hecho cosas que te venían de gusto hacer pero que sabías que en el fondo no querías hacer. Si las haces, bien, porque te venía de gusto hacerlas. Y si no las haces, bien también porque no era lo que querías. Pero qué es lo que realmente ha pasado? que no lo has hecho. Y piensas: qué hubiese pasado si lo hubiera hecho? Y acto seguido piensas: qué hubiese pasado si lo hubiera hecho? A que parece la misma pregunta? pues no lo es. Y tú lo único que acabas sabiendo es que no lo has hecho.
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Vacaciones
Me hacía falta volver a tener este par de días de vivir por la noche, salir sin tener en cuenta a qué hora me acuesto o si mañana me tengo que levantar temprano para ir a estudiar. Volver a ver a muchos amigos, bailar, saltar, conocer gente, consumir alcohol, reír... lo necesitaba de verdad. Ahora me queda el domingo para descansar algo y dejar reponer los nuevos regresos.
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8.7.04
Sólo
Yo sólo quiero tener largas comidas y charlar hasta que empiece a hacer fresco y nos tengamos que poner algo de abrigo. Sólo ver entrar el sol por la ventana bien tarde y que nos ilumine toda la habitación para despertarnos a los dos, bañados en sudor porque te acabaste durmiendo encima mío. Sólo quiero poner la música y dejar que pasen las horas mientras las paredes de casa acaban pintadas de frases en francés. Sólo estirarnos en la hamaca bajo la sombra de aquellos dos árboles y dejar que el viento nos acaricie y mueva lenta y parsimoniosamente la tela que nos acoge, haciéndonos creer que estamos flotando sobre el mar. Sólo quiero tirarme de cabeza en el agua y aguantar la respiración, tocando con la barriga y el pecho la suave arena del fondo y notar cómo vienes por detrás y te estiras sobre mío, me abrazas y pretendes aguantar más rato que yo. Sólo quiero tomar mis libros abandonados y leerlos, despacio, saboreando cada una de las palabras y a veces, pedirte que me leas un cuento porque yo no lo puedo entender si no es de tus labios. Sólo quiero que me acaricies el cabello mientras te quito la ropa que me impide llegar a ti y te beso todos y cada uno de los centímetros de tu cuerpo. Sólo quiero sacarme este calor que me perturba en mi interior y que tú lo notes conmigo, porque nuestros cuerpos están tan cerca que me traspasa la piel y se introduce dentro tuyo. Sólo quiero reír hasta que me haga daño la barriga de las sandeces que me explican, no parar de charlar hasta que el día vuelva a aparecer, que las cervezas vayan empañando mi vista y acercar la distancia a los que me rodean. Sólo quiero andar sin rumbo por calles silenciosas, de noche, y aparecer ante la puerta de cualquier amigo, poder llamar, subir y estarme hasta que pierda el miedo a dormir solo. Sólo quiero que me abraces sin que te tenga que confesar que lo necesito, decirme al oído que lo habías estado deseando desde que me viste por primera ve y que la distancia no ha sido más que una rampa de salida desde dónde has partido para buscar lo desconocido. Sólo quiero que en todas las fotos que haga a partir de ahora salga algún instante que sea único, un recuerdo a descubrir, una novedad conocida. Sólo quiero que el mar no sea un lugar en dónde se disuelva el barco que transporta las pocas imágenes que me quedan de ti. Sólo quiero que por una vez, por una sola vez en la vida, todo lo que me rodea se tiña de blanco, me diga: "duerme y sueña" y que en despertarme, todo lo que sólo quería, se haga al fin realidad.
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50 años
El pasado sábado fue la fiesta de celebración de los 50 años de mi padre. La fecha había sido el sábado anterior y le hicimos una comida con pastel y al fin y al cabo, este sábado no se esperaba una cena sorpresa. Mi madre lo ha organizado casi todo y reunió a muchos de sus amigos en un restaurante fuera de Barcelona mientras hacía creer a mi padre que aquella noche sólo irían a cenar ellos y otra pareja. La verdad es que ver la cara de mi padre cuando vio que salían todos sus amigos y la familia de detrás un lugar dónde estábamos escondidos para celebrarlo con él no tiene precio. Yo no se como quiero llegar a los 50 años pero lo que sí que se es que me conformaría sólo con tener unos amigos que me apreciaran como los suyos a él y que yo les pudiera querer como él lo hace.
Me saltaron unas lágrimas mientras le veía ir recibiendo cada una de las dedicatorias que sus amigos le habían hecho y mi madre reunido. Estaba superado por la situación, pero estoy seguro que no lo olvidará nunca. Manel, me alegro de haber compartido este momento contigo.
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Miedo
Tú ya sabes que el fuego quema. Y que las abejas no se deben molestar, porque pican si se sienten amenazadas. Y sabes que si cruzas en rojo es muy posible que un coche te atropelle. Si sabes que el agua moja, no pases por debajo del balcón en dónde riega aquella mujer mayor. Uno no puede esperar que si los frenos de la bici no funcionan, tras una bajada esta se pare por si sola. No, no pasará. Y Ya está. Son cosas que se saben. No son principios que estén escritos en ninguna parte para avisarnos, porque se saben y es suficiente. No hace falta consultar grande tratados. Tan sólo es la experiencia. Pero no, a veces no nos sirve de nada. Volvemos. Si una cosa hace daño, porque coño la quieres repetir. De acuerdo que eres racional y el dolor es sólo una respuesta al miedo, pero vale la pena evitarlo? Pues sí, tienes razón, a veces sí. Pero otras veces no tenemos que dejarnos perder lo que nos da miedo. Porque la solución no es alejarse del fuego, de las abejas, las calles o la agua. Quizás sólo nos hace falta tener un hogar, dejar que las abejas vuelen sin molestarlas, cruzar con sensatez y esquivar el agua.
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1.7.04
Uf
Stoy muy harto de los exámenes. Hoy hace un mes que los empecé y creo que no ha habido ningún día que o bien haya hecho uno o ya estuviera pensando en el siguiente. Ahora mismo no tengo ni ganas de preocuparme de los tres que me quedan por hacer en 9 días. Se que me quejo porque quiero, que podría estar trabajando y que total no hago nada más en todo el día y no tengo ninguna más responsabilidad. Lo se, y no lo puedo negar, pero aún así, me siento cansado y algo fastidiado. Más que nada, porque tampoco estoy obteniendo ningún resultado beneficioso y todo lo que estoy haciendo, lo tendré que repetir en septiembre...
Así que mejor será que marche hacia la cama, que al menos descansaré algo y quizás el cerebro me funcione mejor para escribir el examen y para escribir también algo más interesante por aquí... Pero es que realmente, mi vida los últimos 30 días no tiene demasiada emoción... Buenas noches a quienes lo puedan leer.
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El sombrero
A veces me siento como si llevara un sombrero de lana muy fino en la cabeza, como una clase de manto que me tapara incluso más abajo de las cejas. A veces lo llevo echado atrás, me deja la cara bien descubierta y puedo ver claramente todo lo que me rodea. Otras veces, siento como el sombrero se va bajando y me va tapando los ojos, más tarde los oídos, algunas veces la boca e incluso puede llegar a la altura del cuello dónde juega a hacerme sentir sin respiración. Hay veces que tan sólo se queda a la altura de los ojos. Puedo ver a través suyo, deja pasar la luz. Pero desde fuera, siento que no me pueden ver, que el manto les impide reconocer quien se esconde debajo. Es doloroso cuando oyes y ves pero no puedes decir palabra, sobre todo cuando lo que ves y sientes no te gusta y te hace daño. Pero también es cierto, que algunas veces bien que me sirve para acurrucarme y estirarlo hasta hacerlo lo suficiente grande para taparme todo entero y confundirme con todo aquello que me rodea y dormir a salvo.
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