Más regalitos...!

Ha vuelto a llegar un mail bien cargado a mi buzón... Esteve ha estado investigando por varios diarios y me ha hecho llegar unos crucigramas en dónde a alguien se le ha ido algo la mano y dice que se le ha colado el blog...
Está muy guapo, Esteve, merci! Ya sabéis que me encanta recibir detalles como este, no se, resulta muy curioso ver como alguien se puede haber exprimido las neuronas para encontrar algo para tu blog. Merci de nuevo!

Para mí?

Os acordais que hace un tiempo un colega había encontrado el blog? pues parece que no le debe haber desagradado tanto porque me acaba de enviar un regalo genial para el blog. Esto va directo al cajón de los regalos. Me encantan los dibujos estos que enviáis y éste en especial, sobre todo porque viene de su parte, lo encuentro buenísimo. Merci, nen! ya sabes que esto es tu casa también. Y yo ya voy encontrando un camino...

Mal

Esta tarde he ido a un entierro. La verdad es que no he ido a demasiados entierros a lo largo de mi vida. No me gustan, no me gusta nada como hemos montado todo este ritual alrededor de la muerte. Pero hoy notaba que tenía que ir. Ha muerto el padre de un amigo de la universidad y creo que quizás no hemos hecho demasiado yendo con él pero los amigos teníamos que estar allá por acompañarlo. La verdad es que se lo ha pasado muy mal aunque se quisiera hacer el fuerte. Desde el agosto sabía que su padre estaba muy jodido. No lo había querido decir a nadie, de hecho ni familiares muy próximos lo sabían. Sólo una amiga de la universidad lo supo ver en su rostro y preguntándoselo lo adivinó. Esta amiga se lo ha pasado muy mal también durante estos meses, porque el chico le pidió que no se lo explicara a nadie, que no quería que la gente lo tratara con lástima. Totalmente entendedor. AL fin, la amiga necesitaba sacárselo de dentro un poco y me lo explicó a mí. Yo, no se si por frío o porque, no me siento tanto afectado por estas cosas y bueno, sólo espero haberlos podido ayudar a los dos, aunque sólo haya sido escuchándola y animándolo. Ellos saben que lo he intentado. Pero bueno, todo continúa y sólo podemos seguir adelante. Estaremos allá para que se apoye cuándo haga falta.
Una de las cosas en que más me ha hecho pensar todo esto ha sido que por primera vez en la vida me estoy dando cuenta que mi generación estamos enterrando a nuestros padres, que ya no mueren abuelos. Este hombre tenía 48 años y el hijo más grande tenía 23. Yo no se si esto es normal o no, pero del grupo de estudiantes que estábamos allá, conocía a dos que sus padres estaban muertos por enfermedad y otra que está jodido. Y sí, todos seguimos adelante pero hay algo que no funciona. La mayoría de ellos han tenido cáncer. Supongo que uno no se hace a la idea hasta que no se lo encuentra delante, y esta enfermedad es una de estas cosas. Ha estadodo siempre allá pero te pensabas que se podía curar. Y ahora, como le explico a mi madre que acabo de ir a un entierro de un hombre que es más joven que ella cuando a una de sus mejores amigas le acaban de detectar por tercera vez un tumor? pues bien, no hay otra cosa que aceptarlo y buscar soluciones y fuerzas mientras estas llegan.
Bueno, me da la imoresión que todo se magnifica y se encuentran demasiados puntos en común cuando las cosas van mal dadas, pero la sensación de malestar dentro el pecho no me la podré sacar en toda la noche.

Cómo?

Tú de cara y ella de cara. Tú sí y ella sí. Bien.
Tú de cara y ella de cara. Tú sí ella no. Bien.
Tú de cara y ella de cara. Tú no y ella sí. Bien.
Tú de cara y ella de cara. Tú no ella no. Mal.
Tú de cara y ella de espaldas. Tú sí y ella no. Bien.
Tú de cara y ella de espaldas. Tú sí y ella sí. Mal.
Tú de cara y ella de espaldas. Tú no y ella no. Mal.
Tú de cara y ella de espaldas. Tú no y ella sí. Mal.

Tú de espaldas y ella de cara. Tú sí y ella sí. Bien.
Tú de espaldas y ella de cara. Tú sí y ella no. Mal.
Tú de espaldas y ella de cara. Tú no y ella sí. Bien.
Tú de espaldas y ella de cara. Tú no y ella no. Mal.
Tú de espaldas y ella de espaldas. Tú sí y ella sí. Bien.
Tú de espaldas y ella de espaldas. Tú no y ella sí. Bien.
Tú de espaldas y ella de espaldas. Tú sí y ella no. Bien.
Tú de espaldas y ella de espaldas. Tú no y ella no. Mal.

Tú de esquina y ella de esquina. Tú sí y ella sí. Mal.
Tú de esquina y ella de esquina. Tú sí y ella no. Bien.
Tú de esquina y ella de esquina. Tú no y ella sí. Bien.
Tú de esquina y ella de esquina. Tú no y ella no. Mal.

Sólo metal

Era una habitación pequeña y hacía calor. Marcel lo estaba pasando verdaderamente mal con el traje. Se había sacado ya la chaqueta pero también se subió las mangas de la camisa hasta los codos. Pequeñas gotas de sudor se formaban en su frente y le resbalaban por la nariz hasta desprenderse y caer sobre las piezas del fusil que estaba montando sobre la cama. Las sábanas de la cama, decoradas con pequeños dibujos infantiles de ciervos y conejos, se estaban ensuciando con la grasa que cubría todo el metal negro de las piezas. Cuando ya las tuvo todas expuestas encima la cama para su propia contemplación, empezó a introducirlas una dentro de otras; las pequeñas dentro las grandes, éstas dentro de otras mayores y a la vez haciendo que todos y cada uno de los mecanismos encajaran con precisión suiza. Se pasó el antebrazo izquierdo por la frente para secárselo. Cuando ya no quedaba ningún elemento sobre la cama cogió la máquina perfecta que acababa de montar y la acarició con suavidad y ternura. La amaba. Se podría decir que era lo que más quería en aquella obra de teatro dónde le había tocado interpretar el más desagradecido de los papeles. Se levantó de la silla. Le crujieron dos huesos de la espalda. Los años no perdonaban ni a los cuerpos que tiempos atrás habían parecido atléticos y elásticos. Pero ahora no se sentía cómodo tras aquellos procedimientos que tantas y tantas veces había repetido mecánicamente. El arte se lo reservaba para el último momento, para el instante dónde decidía en qué parte del cuerpo fijaría el objetivo. Marchó al baño y se lavó la cara con agua bien fría. Quería volver a estar sereno para el instante decisivo. Se bajó las mangas, volvió a ponerse la chaqueta y se abrochó los botones de la camisa. El arma seguía reponiendo sobre la cama, a la espera de aparecer en escena. Marcel cogió la silla y la llevó hasta el lado de la ventana. La dejó caer ruidosamente pero con tanta exactitud como siempre. Volvió despacio hacia la cama. Eran los instante que aprovechaba para hacer los últimos pensamientos antes de dejarse expresar por aquel metal áspero. Lo cogió con fuerza. La abrió e introdujo una sola bala. Nunca necesitaba más para cumplir su misión. Se acercó de nuevo a la ventana y se sentó a la silla. Ahora ya sólo hacía falta esperar el momento óptimo. Pasaron pocos minutos. Marcel cogió el fusil, sacó el sistema de seguridad y allá, a la vista y oído de todos aquellos que en aquel momento podían mirar hacia su ventana, se introdujo el cañón dentro la boca y sin vacilar un segundo apretó el gatillo.

Dedicado a todos aquellos que en los últimos tiempos han abandonado su blog y han optado por la decisión que el mismo Marcel consideró la más digna tras tanto tiempo entre nosotros. Mi respeto y agradecimiento para todos ellos. Siempre que queráis, podéis seguir estudiando los cadáveres de mis asesinatos.

Fuerzas centrífugas

Esta noche hay un eclipse total de Luna. Creo que se trata de un acontecimiento que no valoramos lo suficiente. Quizás es uno de los mejores espectáculos que nos ofrece la natura periódicamente y todo a menudo se me pasa sin ni enterarme. También es cierto que aquí en Barcelona es bastante difícil poder ver nada en el cielo y además, teniendo que levantarme temprano al día siguiente, pero seguro que algún día será el adecuado para ver mi primer eclipse.
Hoy cuando venía hacia casa pensando en el eclipse, me ha pasado una cosa muy curiosa y que siempre que me pasa me da pie a atribuirle explicaciones que van mucho más allà de lo que realmente ha pasado. El hecho ha sido que mientras andaba por la calle, una chica se ha cruzado conmigo pero en dirección contraria. En un momento, entre nuestras miradas se ha interpuesto un árbol. Hemos seguido andando, pero a la vez, yo mirando hacia el lugar dónde imaginaba que tenía que aparecer ella, justo por la otra banda del árbol. Pero no ha sido así. Los dos andábamos a la misma velocidad y por eso el árbol siempre se encontraba entre nosotros dos. Al final, cuando ha aparecido, ya estaba muy alejada y nuestras posiciones demasiadas inclinadas. Me ha hecho dibujar una sonrisa. Muy a menudo, en tu vida normal, puede que te encuentres gente que va a la misma velocidad que tú, que compartís una dirección común, pero que no sabes porque, el hecho de ir en sentidos contrarios hace que al encontrar un obstáculo entre vosotros dos, por mucho que queráis pasarlo y seguir andando, será demasiado tarde cuando té des cuenta de que las cosas pueden ser demasiado perfectas y que por mucho que se compartan ciertas constantes, una sola variable hará imposible coincidir. Una cosa parecida pasa cuando empiezas a girar alrededor de un árbol o de una columna, y por el punto más opuesto a ti, alguien también se mueve en la misma dirección y sentido, incluso vais igual de rápidos, y nunca, nunca, llegaréis a saber uno del otro. Hasta que uno no corra, se pare o bien salga del círculo para poder ver por un instante mientras os cruzáis. No obstante ya se ha salido de órbita y te alejas del centro giratorio sin ninguna posibilidad de frenar. Malditas fuerzas gravitacionales...

Salud tengáis

Es muy tarde y acabo de escribir una mierda de redacción para el curso de inglés. Si ya tenía una mala época por escribir en el blog, cosas que ya de por sí me pueden salir de forma más o menos fluida, me ha costado muchísimo más tener que escribir a empujones porque tienes que ir mirando que lo que escribes sea coherente y sea normativo. Y total, para acabar escribiendo sobre una historia sin sentido... Bueno, será el primer día que romperé el propósito que me hice de ir a dormir temprano. Y además, el peor día, porque mañana tengo clase de las ocho i media de la mañana hasta las siete y media de la tarde. Sólo espero tener un rato para comer algo.
Y con respecto al resto, pues todo sigue más o menos igual. Con algo menos de cabello por el corte, con una selección de hockey al fin oficial y campeona y con buenas ideas para escribir, pero que siempre se me ocurren en el bus o en el metro. Estaremos volviendo a los inicios. Ahora que la gente está decidiendo abandonar esto de los blogs, otros volvemos a escribir con el mismo estilo desordenado de cuando empezamos. Eh, y me gusta...
Y lo peor de todo, acabar viendo que la última oportunidad de ir al concierto de Leonor con ella se me escapa entre los dedos de la mano. habrá más días. Espero...

Cenas

Me gustan mucho las cenas. Las improvisadas a cualquier lugar, en el primer restaurante que se encuentra. Los de reserva en el lugar de siempre, en la mesa de siempre. Los de grupo muy grande dónde no se conoce a nadie y corre la bebida que da gusto. Los íntimos en casa de alguien. Los de sofá y plato en las piernas. Los de fin de año. Pero sobre todo, hay una que me gusta especialmente. Son esos en dónde con un grupo de amigos quedamos a una hora y a casa de uno de nosotros, por teléfono, pasándonos el mensaje los unos a los otros, dónde no sabes nunca quienes acabarán yendo y dónde el único precepto es que todo el mundo que venga tiene que traer algo para comer o para beber. Como el grupo ya hace mucho tiempo que nos conocemos, casi siempre se cuenta con elementos fijos, como son las tortillas que siempre hace alguien o el que siempre trae las cervezas. Siempre existe la duda aquella para ver si habrá bastante comida, si no nos hemos dejado a nadie, si no faltará nada... yo el único que se es que siempre acabo llegando a una mesa con gente importante para mí y con mucho más de comer de lo que me puedo imaginar. Y extrañamente, cierta variedad dentro de los posibles platos que se puedan preparar en un caso así. Ya se que mis amigos siempre me dejan por los suelos porque soy yo el que hago correr la idea que el próximo sábado podríamos quedar para cenar en casa de alguien y hasta el viernes todavía buscamos quien tiene la casa libre y sin saber quién llegará a venir. Pero después, cuando los veo allá reunidos me doy cuenta de que en el fondo ellos también están contentos de haberlo hecho.