Una birra!

La otra noche hice una cosa que no había hecho nunca y que la verdad me siento algo estúpido por decir esto. El viernes salimos de fiesta los amigos y me propuse pasar toda la noche sin tomar nada de alcohol. La verdad es que yo tampoco tomo grandes cantidades y de hecho es el único producto que podríamos decir que consumo, pero si que me gusta mucho tomar algunas bebidas alcohólicas, sobre todo cerveza.
La verdad es que lo mejor hubiera sido que no saliera porque lo que quería era estudiar el sábado, y pensé que sin tomar alcohol me levantaría mejor, y fue así, pero estaba cansado como para ponerme a estudiar. Pero hay que decir que fue una experiencia bastante interesante y que creo que repetiré más de una vez. A ver, quizás no haría falta llegar a los extremos de viernes, y sí que me tomaré alguna cerveza, pero me controlaré mucho más, sobre todo porque me lo pasé muy bien viendo a mis amigos perdiendo algo "el control" y a la vez observando más atentamente todos aquellos pequeños detalles que te pierdes cuando la bebida te nubla algo la vista. Claro que para beber algo durante la noche, y como todavía sigo con el boicot a la bebida de cola, durante la noche me fui bebiendo varias bebidas energéticas, cargadísimas de cafeína, cosa que hizo que a las 8 de la mañana estuviera más despierto que si hubiera dormido doce horas y pude almorzar sin problema charlando y que además, cerca de las diez de la mañana me tuve que poner a leer el diario a la cama porque no podía cerrar los ojos. Bueno, se tendrá que medir un poco más la próxima vez.

Ves

La he visto sentada en la terraza de un bar. Una señora de madiana edad, sola, arreglada y lo que consideraríamos como eufemísticamente "normal". De repente, se ha puesto a hablar ella sola. La mirada perdida adelante y las manos girando y moviéndose de forma violenta y anárquica. No se dirigía a nadie, tan sólo se refería a alguien de forma violenta, diciéndole que la dejara en paz, que ya tenía suficiente y cosas por el estilo. Siempre he sentido una sensación rara hacia esos transtornos de la mente, hacia esas pequeñas desconexiones que se producen en nuestro cerebro y que nos podan alejar de la realidad y hacernos ver y sentir cosas que no existen. Puede sonar tentador, de hecho es lo que muchas veces se intenta hacer de forma voluntaria con un seguido de sustancias, pero yo no creo que el estado de aquella mujer sea deseable o incluso envidiable. Me gustaría conocer todos los secretos que escondemos dentro de nuestra cabeza y creer que es posible rescartar de este agujero a quienes lo padecen para dejar de temer por ellos y con ellos.
Hay un hombre en la escalera de casa que padece algún transtorno bastante parecido a éste. Es un hombre que vive solo y que resulta muy dudoso que tenga un estado de salud mental óptimo. Muchos son los días que nos despierta bajando por la escalera, andando tranquilo pero insultando a alguien que no existe y que él cree que anda a su lado y quien sabe si en sus adentros. Otras veces, pone música clásica al máximo volumen y no hace más que recordarme al joven Alex en su habitación, a punto para una dosis de ultraviolència. Es difícil pensar qué es la solución adecuada. Y todavía más quién es que tiene que buscar esta solución.

Fregar momentos

Ya es por la noche y estoy a punto de irme hacia la cama. Acabo de recoger toda la cocina, y he fregado los platos de los dos últimos días. Me encanta lavar platos por la noche. No es que sea mi afición preferida, pero sin duda es de las labores que más me gusta. Me relaja mucho poner la música, encender el agua tibia, desperdigar el jabón por la esponja y seguir el ritmo pausado pero mecánico de lavar uno por uno todo los platos, vasos y cazuelas sucias. Todo tiene un orden milimetricamente calculado. Primero los vasos. Después los platos. Acto seguido las cazuelas y otros enseres. Seguidamente, uno a uno, todos los cuchillos, tenedores y cucharones. No puede quedar ningún rastro. Finalmente, acabamos con las paellas y todo lo que pueda haber quedado.
Se trata de dejar pasar el tiempo y dedicar el rato justo y necesario, la fuerza exacta, a cada uno de los elementos de la vajilla, al ritmo de la música. Y ahora todavía más, con este sudor enganchoso, servirse también del agua para refrescarse.
Sin duda, quien no encuentra placeres cotidianos en cada una de las cosas que hace, es porque no quiere... lástima que no me pase lo mismo con la plancha y la escoba.

Que llegue agosto, hastío y perezoso...

Este verano no me está gustando nada. Lo único bueno que he hecho ha sido ir viéndome con amigos que o bien hacía mucho tiempo que no veía o bien trataba en ámbitos menos distendidos. Ha habido periodos que tenía todos los días llenos de cosas para hacer, incluso quedaba con más gente de la que podía ver. Pero con respecto a sentirme lleno, ni mucho menos. Tenog que estudiar, porque tengo exámenes en septiembre, pero no lo hago con la suficiente continuidad. Me siento fatigado, cansado... no tengo ganas de levantarme por la mañana, me ducho muy tarde, si no voy a la biblioteca, ya no tengo ganas de salir de casa, se me hace oscuro sin querer y las noches son elásticas. Si que de vez en cuando salgo por la noche, a tomar algo o a andar por Barcelona, pero no me siento del todo a gusto. Me falta algo y no se que es. Ahora mismo, estoy escribiendo todo esto, son las doce de la noche y no tengo más ganas que de irme a la cama para que ya sea mañana. Y no es que quiera que se acabe el verano y empiece de nuevo la rutina. No, tampoco es eso. Es evidente que si no tuviera los exámenes de aquí a 15 días me lo tomaría de otro modo, pero es que tampoco es esto, porque otros años también he tenido, lo llevaba peor y no tenía esta sensación. No lo se, es un sentimiento de soledad que contradice mucho con el que racionalmente veo que he ido tirando estos días, con los amigos, es otro tipos de soledad. En algún blog leí no hace demasiado, no recuerdo en cuál fue, que no era lo mismo estar solo que sentirse solo. Supongo que mi cabeza todavía no ha sabido relacionar bien estos dos términos.